En Sevilla todo es perdonable, menos lo feo;
y todo aquel que va contra “lo bonito” es arrojado al infierno.
Para recordar el precepto, hay por las calles unos azulejos
en donde aparecen, entre llamas, las almas de los infelices,
azulejos que los jóvenes restauran cada poco.

Imagen y texto de José Del Moral De la Vega.

Comentarios

  1. Hola Jose querido.

    Me impresiona tu entrada. En esta bien realizada analogía, describes la belleza de ese rincón andaluz con aroma de azahar y bañado por los reflejos otoñales del Guadalquivir...

    Hermoso motivos en el azulejo, y más bella aún, la actitud de los jóvenes, que comedidos y alegres, llevan a cabo su tarea.

    Un beso en la distancia mi querido amigo.

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