M. R. James: Cuentos de fantasmas

Es de mis autores más queridos, un viejo amigo a quien suelo acudir en casos de apuro. En invierno, por ejemplo. Mientras no pueda seguir al buen tiempo allá a donde vaya, sus relatos me reconfortan. Los suyos y los de Conan Doyle. Hay en ellos algo arrullador, de cuarto íntimo con fuego de chimenea, de luz encendida hasta tarde en las ventanas del 221 B de Baker Street. Me arrebujo en su lectura como de niño entre las mantas de mi abuela, con el mismo placer. Al final, todos los caminos conducen a casa de abuela, incluso los más tenebrosos. Los relatos de M. R. James me siguen dando miedo. Por eso los leo. Pero es un miedo con un resquicio de claridad y de razón. Como esa rendija de luz por las noches. Aquí sale otra vez el niño morboso e impresionable. Lovecraft, De Fanu, Poe, Lewis, Bierce, el Tolstoi de La familia de Vurdalak, la Wharton de La campanilla de la doncella, el Henry James de La otra vuelta de tuerca, el Bécquer del Monte de las ánimas... Son como parientes entrañables. Pero sin duda, el que mejor me cuenta las historias de fantasmas sigue siendo el tito James.

Texto: Diego