En torno a una pregunta (I)



“¿Para qué?” siempre puede tener una respuesta muro: “para nada”; pero si a “¿por qué?”, se responde de la misma manera: “porque sí”, ya no es muro, es abismo…Un asesino puede darse la misma respuesta, o peor aún: “porque me gusta”; y es que esa pregunta tal vez no tenga cierre, y cuando lo damos quizás hayamos comenzado a cambiar el ser (proyección) por el estar (establecimiento). Si un “¿por qué?” no lleva a otro más, se acabó la indagación, y por lo tanto asumimos certezas recortadas, y así, la verdad, de disminuida, se hace absoluta y restrictiva, un enano cascarrabias.

Desde niño la pregunta nos define: “Papá, ¿por qué…?...y…¿por qué?...ahhhh…y ¿por qué?...ummm, vale…um…Mamá ¿por q…?” Buscamos las respuestas fuera, de quien tenemos seguridad no nos va a engañar. Hasta que un día damos un paso y comenzamos a buscarlas en nosotros; como una piñata de cumpleaños se disparan las preguntas multiplicadas por mil y comenzamos a investigar otra vez fuera. Sin embargo, como lo sorprendente fue el descubrir muchas más preguntas en lugar de respuestas, buscamos a otro que se encontrase en la misma situación para que nos enseñase por dónde se dirigía. En esta ocasión tuvimos que construir unas referencias fuera de nosotros, que equivocadas o no, confiásemos en que no nos engañasen en sus respuestas: los amigos: Un espejo de las respuestas de nuestros padres y de nuestras mismas preguntas -que absurdo identificar paternidad con amistad-, y le enganchamos a la confianza un nuevo compañero: la confidencia. Un día cualquiera encontramos un por qué al que no queremos darle respuesta, y sin embargo, se nos hace imposible el no investigar: nos enamoramos. Soportar esa situación supone un esfuerzo de vértigo, de riesgo muy elevado de no saber mantener nuestro yo, y comenzamos a decir qué es lo que nos enamora, definimos sustantivando, añadimos con comas hasta detenernos en un punto, punto final. Se acaba el misterio y las preguntas, y por lo tanto, el conocimiento del otro, siempre en continuo cambio, y por lo tanto, el amor.

Todo lo que hizo evolucionar al niño fue el preguntarse, el ser capaz de interiorizar el por qué, el que si lo hacía se multiplicaba y se podía compartir, y que de la mano de la confianza y la confidencia de vez en cuando aparecían preguntas especiales que si solo se respondían con más preguntas nos impedían verle el fin a nada…

¿No será que la incapacidad de entender lo trascendente sea porque hemos dejado de enamorarnos?

¿Y no será que no nos enamoramos porque hemos dejado de preguntarnos:
“¿por qué?”

Texto e imagen: Jerónimo Del Moral Martínez

Comentarios

  1. Que texto tan interesante Jose, la verdad es que me quede pensando...

    No queria irme sin antes decirte Feliz dia del amigo!

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  2. Hola querido José.

    Me gusta la disertación que ha planteado Jerónimo acerca del valor del cuestionamiento.

    El alma enamorada siempre tendrá una pregunta al viento, formulada y respondida en cada beso de amor... He ahí el conocimiento más puro y perfecto de los misterios de la vida.

    Un beso a los dos.

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  3. Pepe,

    Un gusto enorme pasar por este sitio tan extrañado.

    Espero ya pronto poder contestarme algo al respecto de las preguntas que bosqueja tu escrito, es muy sugestivo

    Un abrazo

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  5. Me alegro de que te haya gustado la entrada Angélica, no expongo nada nuevo, más o menos esa es la línea de José Antonio Marina cuando habla de su Inteligencia Creadora. Y es que podemos ir un poquito más allá afirmando que quien no consigue enamorarse no llega ni al nivel de cerebrización de un Agapornis, y si lo consigue y no le proporciona más cuestionamientos no ha superado al caniche de su vecina...y más aún, si no lo hace no tiene capacidad de "crear", que es construir donde no había nada..., no llega a ser humano: persona. Pero ya iremos construyendo las siguientes partes de esta entrada.

    Un beso

    Jerónimo

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  6. Carla, me alegra de que te suscitase algunas preguntas...de eso se trata, solo que hay algunas personas que confunden el "quedarse" pensando con detenerse, y no es eso, también puede "quedarse" algo en movimiento...

    Encantado de conocerte.

    Jerónimo

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  7. De eso se trata, de sugerir, no apropiarse del conocimiento, porque siempre está ahí, pero no se consigue transmitir hasta que no se "desapropia", se lanza como algo que nunca pertece a nadie, solo al que en un momento lo hace suyo...por eso me gusta la enseñanza, trabajas con elementos vivos que nunca te van a pertenecer.

    Beatriz, un abrazo.

    Jerónimo

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  8. Pepe: los por qué son los motores que impulsan la vida y el conocimiento. Vale la pena tenerlos como punta de flecha.
    Cariños amigo!

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  9. Silvia, perdona, no había visto tu comentario hasta ahora.

    Como punta de flecha es buen símil, porque es buena arma para la batalla,y quien renuncia a seguir usando su arma, ya ha perdido su vida.

    Cariñosamente

    Jerónimo

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  10. No dejes de publicar tu talento racional, emotivo y descriptivo, Jero, es todo un placer leerte. Me parece un texto muy interesante y cierto, porque la esencia que nos convierte en humanos es, realmente, en el inicio del despertar humano, mirarnos fijamente e inquirir "¿por qué?".
    Ahora solo falta seguir despertándonos cada día con la misma pregunta entre los labios.

    Un beso, Nereida.

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  11. Gracias Nere, sabes que lo intento.

    Un beso grande

    Jerónimo

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