EL CRISTO DE OREA, MUCHO MÁS QUE UNA ESCULTURA


En este Cristo de Orea, de enormes proporciones, todo, incluso la belleza, está subordinado a la espiritualidad.

A Jesús Mendoza que, entre otras cosas,
me enseñó a mirar.

La cruz se puede relacionar con uno de los instrumentos fundamentales de nuestra civilización: la brújula, una aguja que, sobre la superficie del suelo, siempre marca el norte y, por ende, los otros tres polos geográficos; pero que si se levanta, de forma que el eje norte-sur se coloca perpendicular al suelo, el norte ya no mira al horizonte, sino al cielo, y lo que antes eran cuatro direcciones se transforman en seis, al aparecer lo elevado –lo sagrado– y lo telúrico –lo profano–. Y así, examinada a la luz de la física, la cruz se podría definir como una brújula orientada al cielo; pero Cristo murió en una cruz, y para los cristianos esta es un pilar de su religión, razón por la cual ese tema ha motivado las más grandes obras de arte de la humanidad.
No hace mucho pudimos contemplar en el Prado el Descendimiento de Cristo, de Caravaggio, un cuadro asombroso en el cual su autor ha representado un Cristo muerto, aunque sin las marcas del suplicio a que fue sometido. Cuando Orea, en el año1960, talla el crucifijo que preside la iglesia de la SAFA en Úbeda (España), también esculpe un cuerpo sin heridas, sin rastros de sangre, sin gestos de dolor. Las espinas las transforma en una corona de héroe; pero todavía da un paso más, y suprime la cruz. En este crucifijo no hay cruz, o mejor, esta ha sido sustituida por el propio cuerpo de Cristo con los brazos abiertos. La inclinación de la cabeza, hacia abajo, y los pies, sin sujeción a nada, confieren a la figura una idea de elevación. Aquí, la compasión que produce el dolor, ha sido sustituida por la admiración que suscita el triunfo: la alegría se impone al sufrimiento.
Esta imagen es una representación de la esencia del cristianismo: lo más abyecto, la cruz con la que se martirizaba al hombre, se puede transformar en lo más glorioso cuando este vive orientado al amor.
Para los creyentes del tercer milenio, el Cristo de Orea, en la SAFA de Úbeda, es una lección de cristología, para los agnósticos, esta obra de arte tiene un profundo y bellísimo valor semiótico.

Texto de José Del Moral De la Vega

Comentarios

  1. ¡Qué bella descripción del Cristo de Orea nos acabas de compartir, querido José! Es un Cristo glorioso, resucitado, triunfante.

    Bien se ve que aprendiste de Don Jesús Mendoza, porque solo un corazón como el tuyo, que está lleno de espiritualidad y que sabe descubrir más allá de las cosas, podría hacer algo así.

    Gracias.

    Un beso.

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  2. Muchas gracias por tus palabras, querida Angélica, pero el mérito es de Orea, yo solo aprendí a mirarlo.
    Un abrazo

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  3. Hola, José:

    Es una maravillosa e impactante obra de arte, te confieso que no la conocía, pero gracias a tu maravillosa descripción he podido entender muy bien su profundo significado y valor.

    Un abrazo.

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  4. Muchas gracias por tu visita y tus palabras, Rafael.
    Un abrazo

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  5. Con su humildad, la de Antonio González Orea, seguro que os agradecería inmensamente vuestros comentarios.

    María Orea

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