EL COLOR QUE TRANSFORMA EL ALMA

Ginkgo biloba otoñal en un parque de Badajoz

Se piensa que el otoño es un tiempo de melancolía, pero hay algunos para los cuales es momento de profunda actividad del espíritu, de reflexión. El  repentino cambio de decorado ambiental propicia replantearse muchas de las rutinas que nos amodorran para redescubrir todo lo bueno y bello que, de manera gratuita, nos da la vida: el abrazo de un niño, el agua que salta de una fuente, el olor de hierba fresca…
Uno de los árboles que marca con rotundidad el equinoccio es el Ginkgo biloba, la especie arbórea más antigua que existe – decía mi amigo el botánico Pedro Gómez que era un fósil viviente–, y ese cambio lo hace mudando el color verde de sus hojas a un amarillo inigualable y bellísimo. Contemplar esa transformación de color en los ginkgos bilobas de nuestro parque es un espectáculo que nos llena de alegría.
La situación actual de los españoles es bastante triste, estamos rodeados de "cultureta", banalidades, insidias y rufianismo político. Defenderse de tanta miseria no es fácil, pero la vida tiene muchos descansaderos que, si se saben encontrar, vigorizan nuestra alma y nos dan alas para escapar a la tristeza, principal aliado del mal –Sursum corda–.  La melodía y letra de “Nella Fantasia” es uno de esos remansicos.


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